Por qué utilizar tejidos naturales en la ropa de cama
Son más fresquitos, no contaminan, se adaptan a la piel y son transpirables
No hay nada más agradable que un hogar saludable. Aunque ya, desde hace años, cuidamos que la decoración de nuestros hogares sea estilosa, hable de nosotros y destile armonía y buen gusto. Pero como consumidores hemos dado un paso más. Ya no buscamos solo productos con materiales acabados de calidad y diseños originales y únicos. Ahora consumimos también de manera responsable. El cambio climático, el exceso de contaminación, la invasión del plástico en los mares, etc. nos obliga a realizar un consumo más responsable y tener en cuenta factores en los que, hasta ahora, no pensábamos. Pero ademas del factor ecológico, hay muchos más motivos para utilizar fibras naturales, no solo en tu hogar, sino también en la ropa que utilizas a diario y, sobre todo, la de tus hijos. Te contamos cuáles son las ventajas de los tejidos naturales.
Si cuidas tu mesa de comedor, la mantendrás en perfecto estado durante muchos años. Imagen de Victoria Borodinova Pixabay
1. Son 100% saludables
Los tejidos naturales pueden ser de origen vegetal, como el algodón o el lino, o de origen animal, como la lana y el cachemir. Y, lo mejor de todo, son buenos para ti y tu familia. Los textiles naturales no absorben tanto el olor como los sintéticos, son más cómodos y son la mejor alternativa para personas mayores y bebés con problemas cutáneos. Por eso, para evitar posibles reacciones alérgicas, sarpullidos o demasiada transpiración, es mejor decantarse por este tipo de tejido.
3. Su producción es más ecológica
Los tejidos artificiales, como el acrílico, poliéster, poliamida o nailon proceden del petróleo. Cierto es que son más resistentes y no se arrugan, pero está directamente relacionado con su material. En cambio, los tejidos naturales proceden de los animales, como la lana, la seda o el cashmir, y del mundo vegetal, como el lino, el algodón o el cáñamo. Esto hace que su producción sea mucho más ecológica que la de los tejidos sintéticos y artificiales, que además requieren también productos químicos para su creación.
5. Lo acrílico contamina
¿Sabías que cada vez que pones la lavadora estás contaminando? Especialmente si lo que lavas ropa fabricada a partir de tejidos acrílicos, que producen los microplásticos. Estos se desprenden de la ropa y al final terminan en los ríos y mares. Suponen una gran amenaza para la alimentación de animales marinos, incluidas aves, tortugas, peces, mamíferos marinos e invertebrados. Se trata de un tipo de contaminación muy poco conocido pero que afecta tanto a nuestro planeta como a nosotros.
2. Más frescura en verano
Los tejidos a partir de fibras naturales son transpirables. Y mucho más agradables al tacto con la piel. Además tienen la capacidad de retener la temperatura, por lo que en verano serán fresquitas y en invierno, te mantendrán a la temperatura perfecta. Mantienen el cuerpo seco y expulsan rápidamente la humedad corporal. También se secan muy rápido y, aunque es un tejido que se arruga con más facilidad, las sábas de algodón son la mejor alternativa para disfrutar de un buen sueño y descansar.
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4. Siempre comprueba la etiqueta
Si dudas cuál es el tejido por el que está compuesto una prenda de ropa, mira siempre la etiqueta: te dará toda la información que necesitas. Ahí también puedes encontrar información sobre dónde se ha fabricado y cómo debes lavarlo. Es importante que consultes siempre estas etiquetas antes de adquirir no solo la ropa de cama, sino también las prendas que utilizáis tú y tu familia, especialmente si tenéis algún problema de piel o de sudoración, ya que es más difícil quitar los malos olores de estos tejidos.
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6. Es nuestra responsabilidad
Dicen los datos que cada español tira a la basura entre 12 y 14 kilos de ropa al año. Mucha acaba en el mercado de segunda mano, cada vez más extendido, pero también es cierto que han acabado creándose lo que se denominan los vertederos textiles. De hecho, la ropa es el segundo desecho más contaminante del mundo. Es por eso que hay que ejercer un consumo responsable, adquiriendo productos de origen natural y con un proceso de fabricación más ecológico.